domingo, 3 de abril de 2011

Sin morir, esperando nacer

Últimamente he tenido 
feroces noches de borrachera, 
confundido como para saber si estoy despierto, 
confundido como para saber si estoy durmiendo. 
Anclado en un trabajo sin futuro, 
llegando siempre tarde 
debido a mi religiosa necesidad 
de no llegar a tiempo a ningún lado, 
ni siquiera a mi propia muerte 
llegare a tiempo… 
Masticando los pedazos de conversación 
de la noche anterior y 
todos los de las noches anteriores. 
Derramando mucho más cansancio 
del que estoy dispuesto a derramar. 
Bebiendo mucha agua para aplacar 
mi estado de felicidad extendida 
en el tiempo de vida de los vampiros. 
Mirando mis manos temblar, 
observando el amarillo de mis dedos 
consumidos por las caricias de mis cigarrillos, 
exhalando un suspiro suave y contenido, 
libre de opresión, 
libre de deseos, 
libre de políticas e ideas anarco-narcisistas. 
Observando el reloj y notando claramente 
como aquello por lo que peleo día a día 
finalmente muere y nace 
cuando se que debo irme de ese lugar 
de torturas. 
Y al final del día 
mientras en Cipolletti todos desgarran 
odios, 
alegrías, 
inmortalidad de la indiferencia, 
delitos algo extraños y 
toda la sordidez de una manzana podrida, 
camino por las calles de la ciudad 
observando una puesta del sol 
tan roja como la sangre,
tan libre como mi mugre,
tan preciosa como la muerte,
desbordado por aquella efímera belleza 
de solo 10 segundos 
me encuentro infectado de tanta emoción 
que como buen anti-budista no puedo más 
que simplemente 
llorar.

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