Se puede llenar un corazón muerto
con mucho mas dolor
que con frágiles palabras muertas.
No tengo la necesidad de huir
de mi dolor o hacer de el mi bandera,
solo quiero que quien es feliz
lo siga siendo y no compadezca
mi vida.
Al fin y al cabo no tengo nada
en común con la gente que es feliz
o cree serlo.
Mi normalidad es la de los locos
y los pobres.
Soy un árbol de sueños fundidos
que camina dejando como lagrimas
miles de hojas.
No arrojo suspiros solo gritos
o acaso ecos, que engañan
a los sonidos mientras estoy
en silencio.
Salgo cada día y cada mañana
a cultivar polvo para mis pies
dejando esparcidos los recuerdos
de cada noche
en los canastos de basura,
los cuales luego por la noche
vuelvo para proteger.
Cuando verde es el aroma
de la putrefacción diaria
(gente, gente, gente)
es cuando lanzo todas cenizas
de mis pulmones a los pájaros
de la plaza.
La epidemia en mis ojos no es
un auto lujoso o una joven pareja
sino una siniestra mariposa
que me recuerda que aun
no estoy muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario