Quienes se dan cuenta primero
de la libertad no son los ajustadas
miradas de un niño en vigilia
que espera por un juguete en Navidad,
sino las manos que amasan algo mas
que solo un trabajo enajenado y opresivo.
Hoy camine con muchas ganas de sentirme
libre y feliz al ver muy temprano
por la mañana, mientras el cielo aun
era negro y las estrellas brillaban
como 3 fuertes signos de esperanza
me iluminaban.
Pero
las cosas son así y nunca van a cambiar
me dijo un compañero.
¿Nunca van a cambiar?
La resignacion de ciertas personas
a la textura de estas palabras
las hace ser espectros sin conciencia,
fantasmas apagados, cuyas voces
se remiten al siempre muerto
*otra no nos queda*.
Comprendo que el obrero ya esta
físicamente doblegado frente a este sistema,
y las únicas salidas que posee
es adjudicar algo de su intelecto
a la religión que es en este caso
la televisión y el fútbol,
complementos ideales para dominar
a una masa anestesiada con piernas, goles
y culos.
Y la única caída que tenemos para
despertarnos de esta siniestra realidad
es ser libres desde que abrimos los ojos
hasta que por causas naturales de lucha
los cerramos.
He decidido no trabajar el lunes y el martes
que son por decreto días feriados pagados
y no dar mi sangre y mi sudor a esa
condenada empresa que tiene en su poder
a cientos de obreros, que por un módico precio
deciden no estar aquí ni estar allá,
y eligen permutar su espíritu por algo que no
es ni remotamente cercano a la libertad.
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