Las iglesias enseñan como enfrentar
ciertas cosas sin sentido
como son la música Heavy Metal
o los cortes de pelo,
como así también los lápiz labiales y
los aros.
¿Pero alguna puede inculcar el respeto y
el aprecio por las cosas que son
emocionalmente diferentes?
Creo que no.
Recuerdo que cuando era un mosquito
sin vida y sin alas
me llamaban mas la atención
los bares que las iglesias.
Sentía que el olor a muerte suspendida
y el color de las risas eran mucho mejores
y mas narcotizantes que las miradas
sin sentido y el olor a primavera bizarra
de las iglesias,
quizás por eso hoy en día
mis caminatas se remiten a ir a recitales
y beber en el mas inmundo de los bares,
alejado de cualquier estetica o mirada religiosa,
aunque el mundo del Heavy Metal
también resulta irónicamente,
intolerantemente religioso.
No me gustan las remeras negras
porque mas oscura es mi alma y
mi quemada piel, y formar parte
de algo sectario que se burla de las flores
por pensar que el hippismo es algo
malo para el ego del que escucha Heavy Metal
me parece tan irracional y estúpido
como un pastor que dice *Fuera Satanás*
al ver un póster de Ozzy o AC-DC
en la habitación de un joven, que quiéranlo o no
es solo un joven que e-s-c-u-c-h-a m-ú-s-i-c-a.
La infinita sabiduría de ser y no estar
es un logro tan maravilloso que permite
disfrutar en la Muerte la Vida
y solo de esa manera puedo definir mis oídos
y el aleteo de mi cuerpo
convenciéndome así, que solo puedo ser feliz
si sigo adornando los cuernos negros
con el aura de las flores de la noche.
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