domingo, 3 de abril de 2011

Nosotros. Nada

(A mi estimada K)


Estaba sentado charlando 
con el silencio cuando le pregunte 
que es el destino o como surge 
sin saber como en nuestras vidas. 
El silencio no supo que decirme 
y permaneció callado. 
Le conté ciertas aventuras que tuve 
en mi infancia cuando vivía 
en la chacra y aunque mis historias 
eran un tanto graciosas 
siguió de la misma forma, 
sin responder o agregar nada. 
Luego de incontables cigarrillos 
le conté acerca del día que te conocí. 
Fue un día jueves 
de quien sabe que año, 
estaba demasiado cansado 
para dormir y decidí salir a ver 
que traía la noche. 
Estuve en la plaza sentado 
mirando el cielo mientras las estrellas 
decidían morir lentamente. 
Entonces llégate, toda de negro, 
envuelta en la bruma de la oscuridad. 
Permaneciste en silencio varios años. 
Y fue así como noche a noche 
me fugaba de mi cansancio 
y mi dolor para verte 
toda de negro 
toda la negra noche. 
Permanecimos varios meses 
sin emitir palabras 
hasta que una épica noche 
decidiste preguntarme porque 
nunca hablábamos. 
Somos silencio que ocasionalmente 
rompemos te dije. 
Es cierto, 
hace mucho que no hablo 
y es que mi estado 
de oscura serenidad no me permite 
demasiados diálogos me dijiste. 
Tenemos tanto respeto 
el uno por el otro 
que por eso caminamos buscando 
no encontrar nada. 
Y en la inconmensurable nada 
nos encontramos. 
Es cierto dijiste. 
No tenemos nada resuelto 
y tampoco deseamos resolver nada. 
Y sin saber como o porque 
comenzaron a caer los tristes sonidos 
de canciones asustadas 
y de idiomas ajenos. 
Que es eso te pregunte. 
Es música, es Heavy Metal. 
Tenes razón te dije, lo había olvidado. 
Hace mucho que no escucho 
más que el sonido de la nada 
en los bullicios de los demás. 
Así es como noche a noche 
fuimos escuchando todos 
los ruidos 
que el mundo odia y que solo 
nosotros amamos. 
Te conté como fue que obtuve 
mi primer disco del género 
y como nunca más lo volví 
a ver. 
Perdemos lo que amamos 
y amamos lo que perdemos 
me dijiste. 
Es cierto. 
A medida que el tiempo permanecía 
inmóvil fuimos queriéndonos 
más y más. 
Y llegamos al punto en el que 
nuestro cariño superaba 
mucho más que una simple amistad 
o el amor. 
Todo eso lo supe cuando 
el silencio me respondió una noche 
y me dijo: 
el destino es algo inmutable, 
sin cuerpo cierto, sin aromas, 
con alma de vagabundo 
y la tristeza del mundo 
en su negro ropaje. 
Ahora que te has ido 
negro destino 
lo se.

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