(A mi estimada K)
Estaba sentado charlando
con el silencio cuando le pregunte
que es el destino o como surge
sin saber como en nuestras vidas.
El silencio no supo que decirme
y permaneció callado.
Le conté ciertas aventuras que tuve
en mi infancia cuando vivía
en la chacra y aunque mis historias
eran un tanto graciosas
siguió de la misma forma,
sin responder o agregar nada.
Luego de incontables cigarrillos
le conté acerca del día que te conocí.
Fue un día jueves
de quien sabe que año,
estaba demasiado cansado
para dormir y decidí salir a ver
que traía la noche.
Estuve en la plaza sentado
mirando el cielo mientras las estrellas
decidían morir lentamente.
Entonces llégate, toda de negro,
envuelta en la bruma de la oscuridad.
Permaneciste en silencio varios años.
Y fue así como noche a noche
me fugaba de mi cansancio
y mi dolor para verte
toda de negro
toda la negra noche.
Permanecimos varios meses
sin emitir palabras
hasta que una épica noche
decidiste preguntarme porque
nunca hablábamos.
Somos silencio que ocasionalmente
rompemos te dije.
Es cierto,
hace mucho que no hablo
y es que mi estado
de oscura serenidad no me permite
demasiados diálogos me dijiste.
Tenemos tanto respeto
el uno por el otro
que por eso caminamos buscando
no encontrar nada.
Y en la inconmensurable nada
nos encontramos.
Es cierto dijiste.
No tenemos nada resuelto
y tampoco deseamos resolver nada.
Y sin saber como o porque
comenzaron a caer los tristes sonidos
de canciones asustadas
y de idiomas ajenos.
Que es eso te pregunte.
Es música, es Heavy Metal.
Tenes razón te dije, lo había olvidado.
Hace mucho que no escucho
más que el sonido de la nada
en los bullicios de los demás.
Así es como noche a noche
fuimos escuchando todos
los ruidos
que el mundo odia y que solo
nosotros amamos.
Te conté como fue que obtuve
mi primer disco del género
y como nunca más lo volví
a ver.
Perdemos lo que amamos
y amamos lo que perdemos
me dijiste.
Es cierto.
A medida que el tiempo permanecía
inmóvil fuimos queriéndonos
más y más.
Y llegamos al punto en el que
nuestro cariño superaba
mucho más que una simple amistad
o el amor.
Todo eso lo supe cuando
el silencio me respondió una noche
y me dijo:
el destino es algo inmutable,
sin cuerpo cierto, sin aromas,
con alma de vagabundo
y la tristeza del mundo
en su negro ropaje.
Ahora que te has ido
negro destino
lo se.
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